“LO QUE NO PUEDO DECIRTE PAPÁ”
Querido Papá:
Tengo ya tiempo pensando en escribirte este email, pero no estoy seguro de si
quiero que la leas, no sé si es buena opción que te des cuenta que lo hice, no
estoy seguro de poder hablar de ello frente a ti, a veces me transmites
simplemente indiferencia, te veo llegar, y al ver tu cara me pones de malas, a
veces quisiera disimularlo pero no puedo ser falso a mis sentimientos, y tengo
mucha necesidad de desbaratar este nudo en la garganta que me asfixia.
En ocasiones siento que si hablara de esto que quiero decirte, me vería
extremadamente maricón e infantil, de hecho creo que si mis amigos se enteraran
de que yo hice este correo, automáticamente me convertía en el “hazme reír” de
toda escuela, por los siglo de los siglos, y no podría con eso. Pero unos instantes
después, reflexiono y me digo a mí mismo, “pero claro que no es infantil, es lo
más maduro que puedo hacer, defender mis sentimientos, defender mis
pensamientos, defender mi dignidad, defender quien soy”.
Tengo tiempo que me siento solo aunque comemos en la misma mesa, hace ya
tiempo que no miras a los ojos, no recuerdo cuando fue la última vez que
platicamos cara a cara, sin prejuicios, sin tabúes, sin regaños, sin distracciones,
ese momento en el que solo existimos tú y yo, olvidarnos del tiempo, olvidarnos de
la rutina.
En ocasiones siento que vives en una prisión, pero una prisión invisible, parece
como si cargaras un costal pesado en tu espalda, lo puedo ver por tú postura
encorvada, aparentas más de la que tienes, eres como un anciano adulto, percibo
tu mirada perdida, haciendo las preguntas aburridas y vacías “¿cómo te fue?
¿Tienes tarea? “¿Cómo estas?” eso me purga, me pone de muy mal.
Siempre llegas cansado del trabajo, te veo tan ocupado en tu vida laboral, te veo
cansado, te percibo estresado, te vas muy temprano y llegas ya tarde, y pienso
¿Eso me espera en el futuro? ¿Eso me espera en pocos años? Y me genera
incertidumbre ver hacia adelante, porque yo no quiero verme como te tú te ves,
llegar con cara de angustia, llegando a casa enojado, triste.
La vida es un instante y perderla trabajando para llegar mal humorado todos los
días, definitivamente eso no es para mí, tengo otros proyectos, tengo otros planes,
discúlpame por querer ser diferente a tí.
Es verdad que muchas veces me ves enojado, me percibes molesto, pero en
ocasiones no es contra de ti, simplemente busco ser yo, y demostrarte que tú y yo
somos distintos, que en mi vida gobierno yo, y en la tuya tú, que con cada
berrinche y con cada “no” cuando tu dice “si”, no es para molestar, es para reforzar
mi identidad. Nunca pensé que la adolescencia fuera tan complicada, a veces me
siento un niño y a veces me siento más maduro y más congruente que tú.
Sé que busco mi tiempo a solas, donde no quiero convivir con nadie, porque me
estoy conociendo, me estoy encontrando, me estoy definiendo, simplemente
quiero estar, sin darle explicaciones a nadie. Sé que a veces soy grosero, y que no
pienso lo que digo, que soy arrebatado, pero estoy en el camino de la
autorregulación, y no necesito tus regaños necesito tu compañía, aunque yo lo
rechace.
Durante mucho tiempo hice todo lo que quisiste sin que pusiera resistencia, me
decías que hiciera algo y no ponía resistencia, tu palabra era la máxima autoridad
en mi vida, eras como un Dios para mí, pero ahora que soy grande puedo ver las
cosas diferentes, me doy cuenta que no eres un Dios, y que necesito empezar a
pensar en mí.
En este momento estoy en una lucha conmigo mismo, sé que esto puede parecer
absurdo para ti, pero para mí no, yo necesito esta lucha, la necesito
desesperadamente. Necesito odiarte ahora y necesito que tú sobrevivas a mi odio
y al odio que sientes por mí. Necesito esta lucha aunque la odio a ella también. No
importa de qué se trate esta lucha: mi hora de llegada, la tarea, la ropa sucia, mi
cuarto desordenado, el salir, el quedarme en casa, el irme, no tener amigos, mis
amigos que son mala influencia. No importa el tema, yo necesito luchar contigo
sobre ello y necesito que también luches.
Desesperadamente necesito que sostengas el otro lado de la cuerda, que la
sostengas con fuerza mientras yo la latigueo del otro extremo, mientras encuentro
cómo sostenerme en este nuevo mundo que siento estoy entrando. Antes yo sabía
quién era, quién eras tú, quiénes éramos “nosotros”, pero ahora no lo sé. Ahora
estoy buscando mis contornos y a veces la única forma de encontrarlos
es provocándote. Cuando empujo todo lo que antes sabía encuentro mi contorno,
y es ahí donde siento que existo y por un minuto puedo respirar. Sé que añoras el
niño que fui, y a veces esa añoranza es demasiado dolorosa para mí ahora, pero
necesito que me ames aun en mis peores momentos, aun cuando parece que
yo no te amo y por favor, no me des por perdido. No te rindas en esta lucha, la
necesito.
Ésta es la lucha que me enseñará que mi sombra no es más grande que mi luz,
esta lucha me enseñará que los sentimientos malos u oscuros no significan más
que un sentimiento más. Esta lucha me enseñará a escucharme, aun cuando
pudiera decepcionar a los demás.
Y esta lucha en particular llegará a su fin. Como cualquier tormenta, se calmará, y
yo olvidaré y tu olvidarás, y regresaré, y yo necesitaré que tú tomes la cuerda de
nuevo, yo necesitaré de ti del otro lado cuando esto termine y por muchos años.
Yo sé que no hay satisfacción inherente en este trabajo tuyo de ser padre, y lo
más seguro es que yo no te agradeceré por hacerlo o que recibas algún
reconocimiento por mi parte. Muy por el contrario probablemente te criticaré por
todo el trabajo difícil que realizas y me parecerá que nada de lo que hagas es
suficiente, y aun así cuento enteramente en tu habilidad de mantener esta lucha.
No importa cuánto te discuta. No importa cuánto te insulte. No importa qué tan
silenciosa sea esta lucha.
Por favor no sueltes el otro lado de la cuerda, no dudes que estás haciendo el
trabajo más importante que alguien pudiera hacer para mí en este momento.
Sinceramente Tú hijo.